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De aquí a mil años nadie
recordará tu nombre.
Habrás sido una mota
de polvo en el cosmos.
Tan sólo una
partícula.
Un punto diminuto
con unas coordenadas espacio temporales
concretas que hizo lo que pudo con lo que le fue dado.
concretas que hizo lo que pudo con lo que le fue dado.
De aquí a mil años
nadie se acordará de ti. Nadie.
De aquí a mil años.
Pero los científicos del futuro,
al intentar resolver las complejas ecuaciones
de la belleza, hallarán una ausencia
en todas sus mediciones.
al intentar resolver las complejas ecuaciones
de la belleza, hallarán una ausencia
en todas sus mediciones.
Un hueco inesperado.
Y no sabrán qué
hacer
con esa nada.
con esa nada.
No podrán inducirla.
No podrán deducirla.
No podrán explicarla.
No podrán deducirla.
No podrán explicarla.
Ni siquiera
nombrarla.
Muy a su pesar
acabarán reconociendo que,
a partir de un
instante, quizá un milenio atrás,
se quebró la belleza
y se formó un vacío en sus entrañas.
Eso sucederá algún
día. De aquí a mil años.
Pero yo, en este
ahora, ya sé que la belleza
se ha quebrado contigo y a partir de esta grieta,
se ha quebrado contigo y a partir de esta grieta,
cuando acabe estos
versos,
comenzará esa hendidura
irreparable
de vacuidad constante
sostenida en el tiempo.
comenzará esa hendidura
irreparable
de vacuidad constante
sostenida en el tiempo.
(Juanlu Mora, L.C.Crespo Aguirre, 2019.04)
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